Skip to main content

6 «despertadores de fe» que nos dejó el Papa Francisco

30 Abril 2025

El Papa Francisco nos habló durante años con gestos, silencios, llamados al Evangelio vivido. Incomodando con ternura e invitando a la misericordia. Si algo dejó claro, es que la fe necesita despertarse. No solo aprenderse, no solo conservarse. Despertarse. Desde su primera encíclicaLumen Fidei… ¡qué mensajes nos compartió sobre la vida de fe!

Y hoy, su partida nos deja una pregunta ardiendo: ¿qué haremos ahora con la fe que hemos escuchado de sus labios? ¿Qué haremos con esa sacudida que nos invitaba a salir de la comodidad, a vivir con los pies sucios de camino y el corazón en lo alto? La fe, como él la entendía, no era un adorno, sino una llamada. Un fuego. Una presencia viva.

Y si hay algo que Lumen Fidei —en realidad, comenzada por Benedicto XVI y completada por Francisco— nos enseña, es que la fe necesita despertar.

A continuación, te comparto seis frases de Lumen Fidei que funcionan como verdaderos despertadores espirituales, seguidas de una reflexión sobre lo que pueden suscitar en nuestro camino interior.

«La fe nace del encuentro con el Dios vivo, que nos llama y nos revela su amor» (Lumen Fidei, 4)

Lumen Fidei

No se trata de acumular información ni de resolver teóricamente los grandes misterios de la vida. La fe comienza cuando el corazón se abre a un encuentro real, profundo, transformador. Un encuentro con un Dios que no es teoría, sino Persona viva; que no se limita a observar desde lejos, sino que entra en la historia y se hace presente.

A veces pasamos mucho tiempo buscando razones para creer, cuando en realidad lo que necesitamos es disponernos a ser encontrados. El Dios vivo no se impone, llama. Y solo quien se deja interpelar por su amor puede dar el primer paso hacia una fe auténtica.

Ese llamado no es siempre estruendoso. Puede venir disfrazado de pregunta, de vacío, de belleza, de dolor. Pero siempre es una invitación al encuentro.

«Transformados por este amor, recibimos ojos nuevos, experimentamos que en Él hay una gran promesa de plenitud y se nos abre la mirada al futuro» (íbidem)

Hay que partir por lo siguiente: nadie puede amar lo que no conoce. Una vez que conocemos, cambia cómo vemos, cómo amamos. Es un acto de visión renovada: nos permite mirar el mundo con otros ojos, percibir una promesa donde antes solo había incertidumbre, descubrir belleza incluso en medio del caos.

Este amor recibido no es pasivo ni abstracto. Nos transforma, nos reconfigura los afectos, los miedos, los sueños. Nos da una mirada que no se queda en lo inmediato, sino que se abre al futuro con esperanza.

Cuando esa transformación ocurre, uno ya no camina igual. Porque el corazón, una vez tocado por la promesa de plenitud, ya no se conforma con mitades. Quiere más. Busca más. Espera más. Ama más.

«La fe se presenta como un camino, una vía a recorrer, que se abre en el encuentro con el Dios vivo» (LF,8)

La fe no es una meta alcanzada, sino una vía que se recorre día a día, a veces con certezas, a veces con dudas, pero siempre con la mirada puesta en el Dios que camina con nosotros. Siempre con el anhelo de profundizar en ella, de entenderla no para satisfacer una curiosidad intelectual, sino para encarnar mejor su mensaje.

Por ello, este camino implica mente y corazón. Implica razón que busca comprender, pero también un corazón que se deja amar. Porque la fe no se reduce a entender: es, sobre todo, vivir en relación. Confiar. Apostar. Y caminar.

Cada etapa del camino de fe nos transforma. A veces será un tramo desértico, otras veces un sendero lleno de luz. Pero en todos, la presencia de Dios da sentido. Él no espera al final: se hace compañero desde el inicio. Y eso cambia por completo el modo de andar.

«La fe no es un hecho privado… nace de una escucha y está destinada a pronunciarse y a convertirse en anuncio» (Lumen Fidei,22)

La fe no es un tesoro que se guarda bajo llave y se esconde debajo del colchón. Es una llama que, al encenderse, ilumina también a los que están cerca. Por eso no puede quedarse solo en lo íntimo: necesita pronunciarse, salir a la luz, hacerse anuncio.

Todo empieza en una escucha. Escuchar a Dios, a su Palabra, a lo que el Espíritu sopla en lo escondido. Pero esa escucha no termina en uno mismo. Se traduce en gestos, en palabras, en acciones concretas que anuncian lo que hemos visto y oído.

Anunciar la fe no es gritar consignas, sino dar testimonio vivo de un amor que nos sostiene. Es hablar de lo que hemos vivido. Es dejar que nuestra vida —con sus caídas y búsquedas— se convierta en espejo de una luz mayor. No porque seamos perfectos, sino porque hemos sido alcanzados.

«La fe no es un refugio para gente sin coraje, sino la expansión de la vida» (LF, 53)

Lumen Fidei

Hay quienes piensan que creer es esconderse de la realidad, huir del dolor o buscar consuelo fácil. Pero la fe auténtica no encierra, ensancha. No es un escape, sino un impulso. Nos saca de nosotros mismos y nos lanza al mundo con una nueva fuerza interior.

Exige coraje, amar sin medida, esperar contra toda esperanza. Implica audacia, confianza, donación, entrega. Vivir en clave de misión… ¡qué aventura nos promete Dios!

Esta expansión que produce la fe no es solo interior: afecta nuestras decisiones, nuestras relaciones, nuestras prioridades. Nos vuelve más humanos. Nos empuja a vivir con mayor plenitud.

«Quien cree, ve; ve con una luz que ilumina todo el recorrido del camino» (LF 1)

Creer es ver. No con los ojos físicos, sino con una luz que es don de Dios. La fe nos regala una forma distinta de percibir lo que sucede: no nos evita el dolor, pero nos ayuda a encontrar sentido. No elimina las preguntas, pero abre un horizonte donde antes solo había muro.

Esa luz es tenue a veces, pero suficiente para dar el siguiente paso. Como una lámpara en la noche, no ilumina todo el trayecto, pero sí lo necesario para no detenerse. Para seguir caminando, aunque el futuro aún no esté tan claro.

Ver con fe no es negar la realidad, sino descubrir en ella huellas de eternidad. Es aprender a mirar con los ojos de Dios, que ve más allá de lo inmediato y nos invita a compartir su mirada y su vida.

 

TOMADO DE CATHOLIC LINK : https://catholic-link.com/mensajes-del-papa-francisco-en-lumen-fidei/